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Un cliché como noción, es desarrollado en el siglo XIX, donde se señala como una crisis del lenguaje, en el libro Les Discourses du Cliché, Ruth Amossy y Elisheva Rosen, piensan en este como una posible proto-forma de resistencia, que da muestra de una crisis en el lenguaje, un estilo preestablecido de escribir y hablar de ciertos conceptos. A través de este libro se piensa en la consciencia del cliché como una manera de escapar de lo preconcebido, y, me lleva a pensar en la idea de este como posible precedente de los -ismos; como oposición a las normas de escritura, del lenguaje y de hacer artes.

Pensando en la idea del cliché, pregunté en varios lugares sobre el qué es una flor, en espacios académicos y menos formales: Buscando informarme sobre como esta es pensada por un relato aparentemente oficial, como el de la Real Academia Española, por mi experiencia personal a través de mi tablero de Pinterest y finalmente por las personas que interactúan con la plataforma web de Guayaba Agria.

Según las definiciones de la Real Academia Española (que cabe resaltar que es una imposición de idioma colonizador) una flor tiene diversas significaciones, puede ser “brote de muchas plantas, formado por hojas de colores, del cual se formará un fruto”, pero también puede ser “virginidad” o “menstruación de una mujer”.

Según mi tablero de Pinterest, una flor puede ser Selena cantando una canción, un estampado, un vestido, una ilustración, una foto bonita y finalmente un tipo de decoración del vestuario, o de un espacio en una temporada especifica.

Cuando le pregunté a las personas en Guayaba sobre qué es una flor, las respuestas se tornaron más poéticas: “La sonrisa de una mañana de verano”, “Un fragmento de universo”, “señal de vida” fueron algunas de las que recibí.

Y no pude evitar preguntarme el por qué del cliché de estas, el por qué de tantas significaciones sobre un ser, que está vivo, que vemos nacer, crecer y morir. También me genera dudas sobre cuál es el espacio del relato femenino a través de las flores, ya que, la flor como ser, se le ha sido asignado un rol en el género, es algo que se regala para enamorar, se convierte en palabra que se dice para insultar a quién actúa de formas no pre-establecidas sobre el sexo y género que se le fue “asignado” y a su vez tradicionalmente se han recolectado flores y hierbas para sanar el cuerpo.

Alrededor de estos cuestionamientos planteé un problema desde el cliché y sobre el qué implica moverse a través de este, ya que, en mis modos de hacer, una de mis cosas favoritas es el insertarse dentro de narrativas que están preestablecidas, y, a través de esos mismos lenguajes encontrar formas de repensar aquello desde un lugar común, un cliché, en este caso desde el devenir flor.

 

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